efectos negativos de la adrenalina
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La respuesta de lucha o huida (también conocida como respuesta de estrés agudo), se refiere a una reacción fisiológica que se produce cuando estamos en presencia de algo que es mental o físicamente aterrador.
El término «lucha o huida» representa las opciones que tenían nuestros antiguos ancestros cuando se enfrentaban a un peligro en su entorno. Podían luchar o huir. En ambos casos, la respuesta fisiológica y psicológica al estrés prepara al cuerpo para reaccionar ante el peligro.
En la década de 1920, el fisiólogo estadounidense Walter Cannon fue el primero en describir la respuesta de lucha o huida. Cannon se dio cuenta de que una cadena de reacciones que se producían rápidamente en el interior del organismo ayudaba a movilizar los recursos del cuerpo para hacer frente a las circunstancias amenazantes.
norepinefrina
Una situación estresante -ya sea algo ambiental, como un plazo de entrega inminente en el trabajo, o psicológica, como la preocupación persistente por perder un empleo- puede desencadenar una cascada de hormonas del estrés que producen cambios fisiológicos bien orquestados. Un incidente estresante puede hacer que el corazón lata con fuerza y la respiración se acelere. Los músculos se tensan y aparecen gotas de sudor.
Esta combinación de reacciones al estrés también se conoce como la respuesta de «lucha o huida», ya que evolucionó como un mecanismo de supervivencia que permite a las personas y a otros mamíferos reaccionar rápidamente ante situaciones que amenazan la vida. La secuencia de cambios hormonales y respuestas fisiológicas, cuidadosamente orquestada pero casi instantánea, ayuda a luchar contra la amenaza o a huir hacia un lugar seguro. Por desgracia, el cuerpo también puede reaccionar de forma exagerada ante factores de estrés que no suponen una amenaza para la vida, como los atascos, la presión laboral y las dificultades familiares.
A lo largo de los años, los investigadores no sólo han aprendido cómo y por qué se producen estas reacciones, sino que también han adquirido conocimientos sobre los efectos a largo plazo que el estrés crónico tiene en la salud física y psicológica. Con el tiempo, la activación repetida de la respuesta al estrés pasa factura al organismo. Las investigaciones sugieren que el estrés crónico contribuye a la hipertensión arterial, favorece la formación de depósitos que obstruyen las arterias y provoca cambios cerebrales que pueden contribuir a la ansiedad, la depresión y la adicción. Otras investigaciones preliminares sugieren que el estrés crónico también puede contribuir a la obesidad, tanto por mecanismos directos (haciendo que la gente coma más) como indirectos (disminuyendo el sueño y el ejercicio).
subida de adrenalina
Las células de la médula suprarrenal sintetizan y secretan epinefrina y norepinefrina. La proporción de estas dos catecolaminas difiere considerablemente entre las especies: en los seres humanos, los gatos y los pollos, aproximadamente el 80, el 60 y el 30% de la producción de catecolaminas es epinefrina. Tras su liberación en la sangre, estas hormonas se unen a los receptores adrenérgicos de las células diana, donde inducen esencialmente los mismos efectos que la estimulación nerviosa simpática directa.
La norepinefrina y la epinefrina se almacenan en gránulos densos en electrones que también contienen ATP y varios neuropéptidos. La secreción de estas hormonas es estimulada por la liberación de acetilcolina de las fibras simpáticas preganglionares que inervan la médula. Muchos tipos de «estrés» estimulan esta secreción, como el ejercicio, la hipoglucemia y los traumatismos. Tras su secreción en la sangre, las catecolaminas se unen a la albúmina y quizás a otras proteínas séricas y son transportadas en la circulación.
Los efectos fisiológicos de la epinefrina y la norepinefrina se inician por su unión a los receptores adrenérgicos en la superficie de las células diana. Estos receptores son ejemplos prototípicos de proteínas transmembrana de siete pasos que están acopladas a proteínas G que estimulan o inhiben las vías de señalización intracelular.
adrenalina
Una situación estresante -ya sea algo ambiental, como un plazo de entrega inminente en el trabajo, o psicológica, como la preocupación persistente por perder un empleo- puede desencadenar una cascada de hormonas del estrés que producen cambios fisiológicos bien orquestados. Un incidente estresante puede hacer que el corazón lata con fuerza y la respiración se acelere. Los músculos se tensan y aparecen gotas de sudor.
Esta combinación de reacciones al estrés también se conoce como la respuesta de «lucha o huida», ya que evolucionó como un mecanismo de supervivencia que permite a las personas y a otros mamíferos reaccionar rápidamente ante situaciones que amenazan la vida. La secuencia de cambios hormonales y respuestas fisiológicas, cuidadosamente orquestada pero casi instantánea, ayuda a luchar contra la amenaza o a huir hacia un lugar seguro. Por desgracia, el cuerpo también puede reaccionar de forma exagerada ante factores de estrés que no suponen una amenaza para la vida, como los atascos, la presión laboral y las dificultades familiares.
A lo largo de los años, los investigadores no sólo han aprendido cómo y por qué se producen estas reacciones, sino que también han adquirido conocimientos sobre los efectos a largo plazo que el estrés crónico tiene en la salud física y psicológica. Con el tiempo, la activación repetida de la respuesta al estrés pasa factura al organismo. Las investigaciones sugieren que el estrés crónico contribuye a la hipertensión arterial, favorece la formación de depósitos que obstruyen las arterias y provoca cambios cerebrales que pueden contribuir a la ansiedad, la depresión y la adicción. Otras investigaciones preliminares sugieren que el estrés crónico también puede contribuir a la obesidad, tanto por mecanismos directos (haciendo que la gente coma más) como indirectos (disminuyendo el sueño y el ejercicio).