Cuánto tiempo tarda en curar una fractura de meseta tibial

Cojera tras una fractura de meseta tibial

En términos quirúrgicos, existen 6 clasificaciones diferentes de las fracturas de la meseta tibial, en función de la gravedad y la naturaleza de la lesión. Sin embargo, a grandes rasgos, las fracturas de la meseta tibial pueden dividirse en dos grupos principales: Fracturas desplazadas y no desplazadas.

En el caso de las fracturas que no se han desplazado, puede no ser necesaria la cirugía. El tratamiento no quirúrgico más habitual es una escayola de pierna corta, sin carga de peso, o una rodillera con bisagra, combinada con fisioterapia y reposo. Las fracturas que se han desplazado requieren cirugía.

Una fractura no desplazada de la meseta tibial se produce cuando la tibia sufre una rotura o fisura sin que un fragmento del hueso se separe. Estas fracturas normalmente tienen un mejor resultado futuro que las fracturas desplazadas y, por lo general, se curan sin intervención quirúrgica en un plazo de 3-4 meses. Durante este tiempo, puede ser necesario que el paciente no soporte peso y que lleve una rodillera en la rodilla lesionada.

Una fractura desplazada es aquella en la que el hueso se rompe en dos o más fragmentos. En este caso, suele ser necesaria una intervención quirúrgica para volver a fijar los fragmentos en su sitio y favorecer la correcta cicatrización del tejido óseo. Esta fijación suele realizarse mediante la colocación de tornillos y/o placas dentro y alrededor de los fragmentos óseos para mantenerlos seguros.

Rodilla flexionada tras una fractura de meseta tibial

Una fractura de meseta tibial es una fractura de la superficie superior de la tibia (espinilla) que forma parte de la articulación de la rodilla. La mayoría de las fracturas de la meseta tibial se producen por compresión vertical al aterrizar con fuerza sobre una pierna estirada después de una caída o un salto. Una fractura de la meseta tibial también puede ser causada por fuerzas de torsión o por un traumatismo directo, por ejemplo, al golpear el parachoques de un coche en un accidente de tráfico. Además, las fracturas aisladas pueden estar asociadas a lesiones de las estructuras cercanas, como las arterias, los ligamentos, los nervios, los tejidos blandos y los meniscos. Las fracturas de meseta tibial son más frecuentes en las personas mayores, especialmente en las mujeres con osteoporosis.

El tratamiento de las fracturas de la meseta tibial varía desde el tratamiento conservador no quirúrgico hasta la cirugía de reducción abierta y fijación interna (ORIF). Una fractura de meseta tibial puede ser no desplazada (en su sitio) o desplazada (fuera de su sitio).

Una fractura desplazada significa que los huesos fracturados están fuera de su alineación correcta, por lo que es necesario un enfoque quirúrgico para el tratamiento. La cirugía para una fractura de meseta tibial desplazada tiene como objetivo realinear los huesos, restablecer la congruencia articular y restaurar la estabilidad de la articulación de la rodilla. El tipo de cirugía necesaria depende del tipo de fractura. El tratamiento quirúrgico de una fractura de meseta tibial desplazada suele incluir la reducción abierta y la fijación interna (ORIF) de la fractura de meseta tibial. La reducción abierta se refiere a la cirugía abierta para realinear los huesos y la fijación interna se refiere a la fijación de tornillos y/o placas para mantener los huesos afectados en su sitio y ayudar a soportar la fractura. Este enfoque del tratamiento de una fractura de meseta tibial facilitará la correcta curación del hueso y evitará la probabilidad de que se produzcan problemas en el futuro. Si una fractura desplazada de la meseta tibial se deja sin tratar y no se opera, el paciente correrá el riesgo de padecer dolor e incapacidad graves en el futuro.

Cuándo puedo caminar tras una fractura de meseta tibial

En términos quirúrgicos, existen 6 clasificaciones diferentes de las fracturas de la meseta tibial, en función de la gravedad y la naturaleza de la lesión. Sin embargo, a grandes rasgos, las fracturas de la meseta tibial pueden dividirse en dos grupos principales: Fracturas desplazadas y no desplazadas.

En el caso de las fracturas que no se han desplazado, puede no ser necesaria la cirugía. El tratamiento no quirúrgico más habitual es una escayola de pierna corta, sin carga de peso, o una rodillera con bisagra, combinada con fisioterapia y reposo. Las fracturas que se han desplazado requieren cirugía.

Una fractura no desplazada de la meseta tibial se produce cuando la tibia sufre una rotura o fisura sin que un fragmento del hueso se separe. Estas fracturas normalmente tienen un mejor resultado futuro que las fracturas desplazadas y, por lo general, se curan sin intervención quirúrgica en un plazo de 3-4 meses. Durante este tiempo, puede ser necesario que el paciente no soporte peso y que lleve una rodillera en la rodilla lesionada.

Una fractura desplazada es aquella en la que el hueso se rompe en dos o más fragmentos. En este caso, suele ser necesaria una intervención quirúrgica para volver a fijar los fragmentos en su sitio y favorecer la correcta cicatrización del tejido óseo. Esta fijación suele realizarse mediante la colocación de tornillos y/o placas dentro y alrededor de los fragmentos óseos para mantenerlos seguros.

Efectos a largo plazo de la fractura de la meseta tibial

La meseta tibial es la parte superior plana del hueso de la tibia, que va desde la rodilla hasta el tobillo. El extremo inferior del hueso del muslo (fémur) y el extremo superior de la tibia forman la articulación de la rodilla. La meseta tibial es una superficie ósea relativamente plana cubierta de cartílago. Se trata de una superficie muy suave y de baja fricción, diseñada para permitir que la articulación de la rodilla se doble y se enderece. Hay dos meniscos, o amortiguadores hechos de cartílago, que se sitúan entre la tibia y el fémur. Suelen lesionarse en las actividades deportivas.

Una fractura de meseta tibial es una lesión en la que se rompe el hueso y se lesiona el cartílago que cubre el extremo superior de la tibia (parte inferior de la rodilla). La rotura puede ser desde una sola grieta en el hueso hasta la ruptura en muchos pedazos. Esta fractura suele producirse tras una caída o un accidente de tráfico. Las lesiones de alta energía como éstas hacen que el hueso del muslo (fémur) se estrelle contra la tibia como un martillo que golpea un yunque.

Después de romperse la meseta tibial será muy doloroso, y lo más probable es que no pueda caminar sobre ella. Lo más probable es que tenga que ir a un servicio de urgencias debido al dolor. En la sala de urgencias le harán radiografías y una tomografía computarizada. Dependiendo de la gravedad de la fractura, podrá volver a casa o será ingresado en el hospital. A menudo le pondrán un corsé o una férula. En cualquier caso, no podrá caminar ni apoyar la pierna.