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Historia del museo del prado
La maja desnuda
Hay un dicho en Madrid: el Prado se visita dos veces en la vida, primero de la mano de tu padre y luego de la de tu nieto. En realidad, el museo es muy querido y visitado mucho más a menudo por quienes viven en Madrid.
El nombre «Prado» ya indica algo sobre el origen del edificio, que se encuentra en la parte oriental del centro histórico, cerca del Jardín Botánico y del gran Parque del Retiro. Pero debe saber que este templo de la pintura española iba a ser inicialmente un museo de historia natural. Fue Carlos III de Borbón, el rey ilustrado, quien concibió el proyecto de crear un espacio dedicado a las ciencias, y mandó construir un edificio neoclásico para este fin en 1785, aunque el museo de historia natural nunca llegó a existir.
Treinta años más tarde, el edificio inutilizado se convirtió en el primer núcleo del «Real Museo de Pintura y Escultura», con unas 300 obras, todas ellas de la escuela española. Enseguida se vio que el museo podía convertirse en el gran escaparate internacional de las grandes colecciones de arte de los monarcas españoles, y rápidamente se reunieron 1.500 obras de pintura y escultura procedentes de diversos edificios reales. Se rebautizó entonces como «Museo del Prado» y se convirtió en una gran institución nacional que recogía obras de las instituciones religiosas del país y que crecía continuamente gracias a una serie ininterrumpida de compras y donaciones. El continuo crecimiento de sus colecciones hace que aún hoy sean necesarias modificaciones en el edificio, como las destinadas a albergar las «pinturas negras» de Goya.
Las meninas
Todas las grandes pinacotecas del mundo reflejan la historia nacional; no sólo l en el sentido más obvio de poseer retratos y lienzos narrativos, sino en la composición general de sus colecciones. Las más eclécticas son las de las grandes pinacotecas americanas, adquiridas por compras extranjeras y por donaciones de ricos coleccionistas privados en tiempos modernos.
Otras, como la del Rijksmuseum de Ámsterdam, están íntimamente relacionadas con escuelas y periodos concretos; pero quizá ningún museo esté más estrechamente vinculado con la política y las aventuras en el extranjero de los gobernantes de su país que el Prado de Madrid. Y es que el corazón y el núcleo de su riqueza son las Colecciones Reales formadas por la Corona española desde la época de los Reyes Católicos.
Museo nacional centro de
La colección comprende actualmente unos 8.200 dibujos, 7.600 pinturas, 4.800 grabados y 1.000 esculturas, además de otras muchas obras de arte y documentos históricos. En 2012, el museo exponía unas 1.300 obras en los edificios principales, mientras que unas 3.100 obras estaban en préstamo temporal a diversos museos e instituciones oficiales. El resto estaba almacenado[4].
El edificio que hoy alberga el Museo Nacional del Prado fue diseñado en 1785 por el arquitecto de la Ilustración en España Juan de Villanueva por orden de Carlos III para albergar el Gabinete de Historia Natural. Sin embargo, la función definitiva del edificio no se decidió hasta que el nieto del monarca, Fernando VII, animado por su esposa, la reina María Isabel de Braganza, decidió destinarlo a un nuevo Real Museo de Pinturas y Esculturas. El Real Museo, que pronto pasaría a llamarse Museo Nacional de Pintura y Escultura, y posteriormente Museo Nacional del Prado, abrió al público por primera vez en noviembre de 1819. Se creó con el doble objetivo de mostrar las obras de arte pertenecientes a la Corona española y de demostrar al resto de Europa que el arte español tenía el mismo mérito que cualquier otra escuela nacional. Además, este museo necesitó varias reformas durante los siglos XIX y XX, debido al aumento de la colección así como al incremento del público que quería ver toda la colección que albergaba el Museo[6].
Vuelo de las brujas
La colección comprende actualmente unos 8.200 dibujos, 7.600 pinturas, 4.800 grabados y 1.000 esculturas, además de muchas otras obras de arte y documentos históricos. En 2012, el museo exponía unas 1.300 obras en los edificios principales, mientras que unas 3.100 obras estaban en préstamo temporal a diversos museos e instituciones oficiales. El resto estaba almacenado[4].
El edificio que hoy alberga el Museo Nacional del Prado fue diseñado en 1785 por el arquitecto de la Ilustración en España Juan de Villanueva por orden de Carlos III para albergar el Gabinete de Historia Natural. Sin embargo, la función definitiva del edificio no se decidió hasta que el nieto del monarca, Fernando VII, animado por su esposa, la reina María Isabel de Braganza, decidió destinarlo a un nuevo Real Museo de Pinturas y Esculturas. El Real Museo, que pronto pasaría a llamarse Museo Nacional de Pintura y Escultura, y posteriormente Museo Nacional del Prado, abrió al público por primera vez en noviembre de 1819. Se creó con el doble objetivo de mostrar las obras de arte pertenecientes a la Corona española y de demostrar al resto de Europa que el arte español tenía el mismo mérito que cualquier otra escuela nacional. Además, este museo necesitó varias reformas durante los siglos XIX y XX, debido al aumento de la colección así como al incremento del público que quería ver toda la colección que albergaba el Museo[6].