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Fotos del cristo de la buena muerte
el pastor que se acuesta con los cadáveres por el poder.
Resumen Este artículo analiza el papel del Cristo de la Buena Muerte como figura y símbolo clave en una representación masculina de la Legión española en su contexto religioso, histórico y social. Explicamos la polémica que ha surgido recientemente con respecto a la representación de la Legión señalando el rápido cambio de la ideología y la práctica de género en España. La democratización de la celebración de la Semana Santa y el «aburguesamiento» de los portadores de las imágenes procesionales (pasos) en las últimas décadas, insinúan nociones menos marciales y proletarias de la hombría.
… Combinamos la observación de los rituales con conversaciones sistemáticas tanto con los participantes como con los espectadores -las conversaciones son un ingrediente central, aunque dado por sentado, del trabajo etnográfico, como hemos argumentado (Driessen y Jansen, 2013a)-, mantuvimos entrevistas con representantes de varios grupos y analizamos fuentes escritas y visuales. Este capítulo forma parte de una serie de publicaciones sobre género y ritual en España
… Es inesperado porque este aumento se produce en un contexto en el que Europa, incluida España, asiste a un proceso de secularización. Las causas de esta expansión ritual hay que buscarlas, por tanto, no sólo en un renacimiento espiritual, sino más bien en su compleja interrelación con una expansión económica debida a la pertenencia de España a la Unión Europea, la explotación política por parte del régimen franquista, así como la reacción a éste, así como la creciente igualdad de género que ha permitido el acceso cada vez mayor de las mujeres al ámbito público, incluidas las hermandades penitenciales
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Legionarios españoles llevan un crucifijo que representa «El Cristo de la Buena Muerte» a la iglesia de Santo Domingo de Guzmán durante la procesión del «Cristo de Mena» de la Semana Santa en Málaga, sur de España. Los creyentes cristianos de todo el mundo conmemoran la Semana Santa en celebración de la Crucifixión y Resurrección de Jesucristo.
Una creyente reza mientras asiste a la procesión de «Jesús Nazareno, el pobre y María Santísima del Dulce Nombre» el Jueves Santo, víspera del Viernes Santo, en Madrid, España.
Los bailarines interpretan la Danza de la Muerte durante una procesión de Semana Santa en Verges, al noreste de España. Los bailarines se visten con medias corporales con esqueletos pintados y llevan símbolos para agitar a la gente y prepararla para una buena muerte.
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Legionarios españoles llevan un crucifijo que representa «El Cristo de la Buena Muerte» a la iglesia de Santo Domingo de Guzmán durante la procesión del «Cristo de Mena» en Málaga, sur de España. Los creyentes cristianos de todo el mundo conmemoran la Semana Santa en celebración de la Crucifixión y Resurrección de Jesucristo.
Una creyente reza mientras asiste a la procesión de «Jesús Nazareno, el pobre y María Santísima del Dulce Nombre» el Jueves Santo, víspera del Viernes Santo, en Madrid, España.
Los bailarines interpretan la Danza de la Muerte durante una procesión de Semana Santa en Verges, al noreste de España. Los bailarines se visten con medias corporales con esqueletos pintados y llevan símbolos para agitar a la gente y prepararla para una buena muerte.
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«Sacerdote para siempre… pero mortal», así reza el lema que lleva una calavera birreteada, una advertencia a la que deben prestar atención todos los sacerdotes que la contemplen. Este memento mori forma parte de las insignias e improperios que se llevaban solemnemente por las calles de Barcelona el miércoles de ceniza durante la procesión de la congregación de la Buena Muerte.
Es probable que la guerra y los brotes de peste que desolaron Barcelona a finales del siglo XVII provocaran el resurgimiento de los memento mori bajomedievales. Varios pueblos recuperaron (y conservan hasta hoy) la danza macabra como parte de las representaciones públicas durante la Cuaresma y la Semana Santa. Por otro lado, en Barcelona, ciudad culta, este resurgimiento tomó la forma de la Congregatio Bonae Mortis, que se fundó en el antiguo convento de San Agustín de la ciudad en el año 1700, aunque en años posteriores se trasladó al Oratorio de San Felipe y finalmente a la iglesia de Santa Ana.
El objetivo de los congregantes era prepararse para una buena muerte, meditando sobre la brevedad de la vida y la importancia de estar en estado de gracia. La Congregación celebraba semanalmente ejercicios espirituales con este fin, la práctica de obras de misericordia espirituales y físicas, principalmente misas por las almas del purgatorio y visitas a los enfermos, así como mortificaciones privadas y públicas.
