Expulsion de los judios reyes catolicos

Edicto de expulsión 1492

4 minutosA finales del siglo XV convivían en España las tres grandes religiones monoteístas: El cristianismo, el judaísmo y el islamismo. Las condiciones impuestas a los musulmanes tras perder la guerra de Granada les permitieron mantener sus cultos y costumbres en un clima de supuesta tolerancia religiosa. Sin embargo, no sólo se prohibió el culto dentro de los reinos cristianos a los practicantes del judaísmo el 31 de marzo de 1492, sino que se les expulsó, a menos que renunciaran a su fe y se convirtieran al cristianismo. Señalando un plazo de cuatro meses, hasta el 31 de julio, para abandonar el reino.

La cuestión es que ya en las Cortes de Toledo de 1480 se separó a los judíos de los cristianos y se les obligó a vivir en barrios separados o aljamas y además tenían que llevar unos círculos rojos que les identificaban como tales. Sin embargo, pudieron mantener sus propias leyes y celebrar sus ceremonias religiosas sin ningún problema.

En 1484 también se llevó a cabo una pequeña expulsión de los judíos que residían en Sevilla, Cádiz y Córdoba, permitiéndoles permanecer dentro de Castilla, asentándose principalmente en Extremadura. La Inquisición también pidió que fueran expulsados de Aragón, pero el rey Fernando se volvió un poco loco y al final el asunto se olvidó.

La inquisición española

Tras el Decreto de la Alhambra de 1492,[1] y con el fin de eliminar su influencia en la numerosa población conversa de España y asegurar que sus miembros no volvieran al judaísmo, muchos judíos de España se convirtieron o fueron expulsados. Más de la mitad de los judíos de España se habían convertido al catolicismo como resultado de la persecución religiosa y los pogromos de 1391.[2] Debido a los continuos ataques, alrededor de 50.000 más se habían convertido en 1415.[3] Los que quedaban decidieron convertirse para evitar la expulsión. Como resultado del decreto de la Alhambra y de la persecución previa, más de 200.000 judíos se convirtieron al catolicismo y entre 40.000 y 100.000 fueron expulsados. Un número desconocido regresó a España en los años siguientes[4]:17 La expulsión resultante provocó una migración masiva de judíos de España a Italia, Grecia y la cuenca del Mediterráneo[5], lo que se puede apreciar en los apellidos judíos que comenzaron a aparecer en Italia y Grecia. Los apellidos Faraggi, Farag y Farachi, por ejemplo, son originarios de la ciudad española de Fraga[6].

En 1924, el régimen de Miguel Primo de Rivera concedió la ciudadanía española a toda la diáspora judía sefardí. En 2014, el gobierno de España aprobó una ley que permite la doble nacionalidad a los descendientes de judíos, para «compensar hechos vergonzosos del pasado del país»[8] Los judíos sefardíes que puedan demostrar que son descendientes de los judíos expulsados de España durante el Decreto de la Alhambra pueden «convertirse en españoles sin abandonar su hogar ni renunciar a su actual nacionalidad»[9][10].

Texto del decreto de la alhambra

El Decreto de la Alhambra (también conocido como Edicto de Expulsión; español: Decreto de la Alhambra, Edicto de Granada) fue un edicto emitido el 31 de marzo de 1492, por los Reyes Católicos conjuntos de España (Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón) ordenando la expulsión de los judíos practicantes de las Coronas de Castilla y Aragón y sus territorios y posesiones antes del 31 de julio de ese año. [1] El objetivo principal era eliminar la influencia de los judíos practicantes en la numerosa población conversa antes judía de España, para asegurar que ésta y sus descendientes no volvieran al judaísmo. Más de la mitad de los judíos de España se habían convertido como resultado de la persecución religiosa y los pogromos que tuvieron lugar en 1391[2]. Debido a los continuos ataques, alrededor de 50.000 más se habían convertido en 1415[3]. Como resultado del decreto de la Alhambra y de la persecución en los años previos a la expulsión, de la población de origen judío estimada en España, más de 200.000 se habían convertido al catolicismo para permanecer en España, y entre 40.000 y 100.000 seguían siendo judíos y sufrieron la expulsión. Un número indeterminado de expulsados acabó sucumbiendo a las presiones de la vida en el exilio, lejos de los parientes y las redes anteriormente judías en España, por lo que se convirtieron al catolicismo para que se les permitiera regresar en los años siguientes a la expulsión[4]:17

Decreto de la alhambra

El Decreto de la Alhambra (también conocido como Edicto de Expulsión; español: Decreto de la Alhambra, Edicto de Granada) fue un edicto emitido el 31 de marzo de 1492, por los Reyes Católicos conjuntos de España (Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón) ordenando la expulsión de los judíos practicantes de las Coronas de Castilla y Aragón y sus territorios y posesiones antes del 31 de julio de ese año. [1] El objetivo principal era eliminar la influencia de los judíos practicantes en la numerosa población conversa antes judía de España, para asegurar que ésta y sus descendientes no volvieran al judaísmo. Más de la mitad de los judíos de España se habían convertido como resultado de la persecución religiosa y los pogromos que tuvieron lugar en 1391[2]. Debido a los continuos ataques, alrededor de 50.000 más se habían convertido en 1415[3]. Como resultado del decreto de la Alhambra y de la persecución en los años previos a la expulsión, de la población de origen judío estimada en España, más de 200.000 se habían convertido al catolicismo para permanecer en España, y entre 40.000 y 100.000 seguían siendo judíos y sufrieron la expulsión. Un número indeterminado de expulsados acabó sucumbiendo a las presiones de la vida en el exilio, lejos de los parientes y las redes anteriormente judías en España, por lo que se convirtieron al catolicismo para que se les permitiera regresar en los años siguientes a la expulsión[4]:17