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Lograr la enseñanza primaria universal
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En el año 2000, los líderes mundiales adoptaron una serie de ocho objetivos para hacer frente a la pobreza extrema, conocidos como los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Además de reducir la pobreza, estos objetivos pretendían promover la igualdad de género, la educación y la sostenibilidad medioambiental, y el plazo para cumplirlos se fijó en 2015. El segundo Objetivo de Desarrollo del Milenio consistía en lograr la enseñanza primaria universal, y en este Data Byte examinamos los progresos realizados hacia este objetivo.
El gráfico muestra la distribución de las tasas de finalización de la enseñanza primaria en cuatro regiones del mundo desde 2000 hasta 2015. Las distribuciones se han estimado utilizando los datos disponibles a nivel de país para cada región ponderados por la población.
El Banco Mundial y la UNESCO elaboraron conjuntamente la definición de la tasa de finalización de la enseñanza primaria. Se define como «el número de nuevos ingresos (matriculados menos repetidores) en el último grado de la educación primaria, independientemente de la edad, dividido por la población en la edad de ingreso al último grado de la educación primaria». Por ello, la tasa puede ser superior a 100; en estos casos hemos limitado los valores a 100 antes de calcular las distribuciones (las curvas del gráfico que se extienden ligeramente más allá del 100% se deben al suavizado de la distribución).
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Garantizar que todos los niños y niñas terminen la enseñanza primaria es la meta del segundo Objetivo de Desarrollo del Milenio (ODM): lograr la enseñanza primaria universal. Hasta la fecha, el mundo en desarrollo ha hecho grandes progresos en la consecución de este objetivo. Según el Informe de la ONU sobre los Objetivos de Desarrollo del Milenio de 2009, la matriculación universal en la enseñanza primaria ha pasado del 83% en 2000 al 88% en 2007 en todos los países en desarrollo. Y según los Indicadores de Desarrollo Mundial, los niveles de matriculación en el África subsahariana aumentaron del 58% en 2000 al 74% en 2007.
A pesar de estos avances, todavía queda mucho por hacer. El principal obstáculo para lograr la educación primaria universal se debe a la desigualdad de oportunidades resultante de los prejuicios basados en el género, la etnia, los ingresos, el idioma y las discapacidades. Los niños de las comunidades más pobres y las niñas son los que más posibilidades tienen de perder. Uno de los principales problemas en muchos países en desarrollo es que los programas escolares están infrafinanciados y carecen de recursos suficientes, por lo que no consiguen ofrecer una educación de buena calidad, lo que provoca el abandono escolar. Por ejemplo, los Indicadores de Desarrollo Mundial de 2009 constatan que sólo la mitad de los alumnos de primaria de Uganda, que comienzan el primer curso, llegan al quinto. Además, la tasa de supervivencia hasta el último grado (7º grado) como porcentaje de la cohorte cayó del 39% en 2000 al 25% en 2004. La situación se repite en otros países africanos.
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La mayoría de los países de África han logrado la escolarización primaria universal, con tasas superiores al 90%. Como resultado, se espera que el continente en su conjunto alcance el Objetivo 2. Sin embargo, la baja tasa de finalización y la alta repetición de curso siguen siendo un reto. De hecho, uno de cada tres alumnos matriculados en la escuela primaria abandonará los estudios. Las razones son el ingreso tardío, la pobreza, la mala calidad de la educación y la falta de conciencia de la importancia de la escuela. Alrededor del 30% de los alumnos con seis años de escolarización no saben leer una frase, y las niñas tienen más probabilidades de abandonar la escuela que los niños. Una buena noticia es que los programas de alimentación escolar y el acceso a los centros preescolares han contribuido a reducir las tasas de abandono.
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R: Las mujeres con algún tipo de educación formal tienen más probabilidades de buscar atención médica durante el embarazo, asegurarse de que sus hijos sean vacunados, estar mejor informadas sobre las necesidades nutricionales de sus hijos y adoptar mejores prácticas de saneamiento. Como resultado, sus bebés e hijos tienen mayores tasas de supervivencia y tienden a estar más sanos y mejor alimentados.
El mundo ha avanzado considerablemente en el Objetivo 2. Entre 2000 y 2012, el número total de niños sin escolarizar en todo el mundo se redujo de 100 millones a 58 millones, y la tasa mundial de finalización de la enseñanza primaria aumentó del 81% al 92%. Sin embargo, 58 millones de niños siguen sin escolarizar. Incluso cuando los niños terminan la escuela, a menudo lo hacen sin adquirir las habilidades básicas necesarias para el trabajo y la vida. Sin embargo, de todos los objetivos, la educación de los niños -especialmente de las niñas- es la que tiene mayor impacto en la eliminación de la pobreza. Los estudios demuestran que un año más de educación secundaria para las niñas puede aumentar su salario futuro entre un 10 y un 20%. La educación es un poderoso motor de desarrollo y uno de los instrumentos más potentes para mejorar la salud, la igualdad de género, la paz y la estabilidad. El Banco Mundial ha situado la educación en primera línea de su misión de lucha contra la pobreza, y es uno de los mayores financiadores externos de la educación en el mundo en desarrollo.