Salon de reinos museo del prado

Obras maestras del prado

El Salón de Reinos es un edificio del siglo XVII en Madrid, originalmente un ala del Palacio del Buen Retiro. El Salón de Reinos y el Casón del Buen Retiro son los únicos supervivientes del gran esquema original del palacio.

Construido entre 1630 y 1635, el Salón de Reinos albergaba las mayores pinturas de la colección real, ahora todas en el Museo del Prado. Su nombre se debe a las pinturas de los escudos de los 24 reinos que formaban el Reino de España en la época de Felipe IV de España.

El Museo del Prado adquirió el edificio vacío para exponer parte de sus colecciones e hizo que su renovación fuera objeto de un concurso de arquitectura. El encargo era rediseñar el espacio como parte del campus del museo de arte para su 200 aniversario. El concurso fue ganado en 2016 por un proyecto del estudio británico Foster and Partners y el español Rubio Arquitectura[1].

Pensado originalmente como un lugar desde el que el rey podía ver y asistir a las producciones teatrales en el patio, el Salón de Reinos se convirtió en una sala del trono cuando se decidió convertir el Buen Retiro en un palacio completo. Se siguió utilizando para espectáculos y veladas, por lo que se añadió un balcón para poder ver las fiestas desde arriba, pero como salón del trono debía impresionar a los embajadores y otros miembros distinguidos de las cortes de Europa que visitaban el palacio. Por ello, la decoración de la sala era la más suntuosa de todo el palacio, bien iluminada por varias ventanas entre mesas de jaspe y leones de plata y con un techo cubierto de grotescos. También había pinturas murales llenas de simbolismo político con el fin último de glorificar a Felipe IV. Se desconoce quién diseñó el programa decorativo de la sala, aunque la responsabilidad última recayó en el propio conde duque de Olivares, junto con Jerónimo de Villanueva (que dio los leones y efectuó los pagos) y con el asesoramiento intelectual de Francisco de Rioja y de los pintores más cercanos a Felipe y Olivares, Juan Bautista Maíno y Velázquez.

Wikipedia

Madrid cuenta con algunos de los mejores museos del mundo. La capital de España se enorgullece de la cantidad, y calidad, de sus museos, así como de las exposiciones temporales. Los hay para personas de todas las edades. La variedad expositiva de Madrid se compone de numerosos museos, galerías y centros culturales, tanto públicos como privados. Entre todos estos espacios museísticos, destaca el conocido Paseo del Arte, formado por el Prado, el Reina Sofía y el museo Thyssen-Bornemisza. Esta zona de Madrid crea uno de los panoramas artísticos más interesantes del planeta, sobre todo porque cada museo es realmente único.

El Museo del Prado fue originalmente el Real Gabinete de Historia Natural durante el poder del rey Carlos III en el siglo XVIII. Un gran arquitecto español de la época, Juan de Villanueva, diseñó un gran edificio de estilo clásico y elegante. Sin embargo, tras las guerras napoleónicas, el edificio quedó en gran parte abandonado y sin uso.

Afortunadamente, la segunda esposa del rey Fernando VII, a principios del siglo XIX, se dio cuenta del potencial que podía tener este magnífico edificio, sobre todo al estar situado en el corazón de Madrid. Por ello, en 1819 la Reina inauguró el Museo de las Colecciones Reales, donde se recogió cuidadosamente una selección de las colecciones de arte de los Reyes de España a lo largo de la historia para ser expuestas. Unos años más tarde, el nombre se cambió por el de «Museo del Prado», ya que todo el recinto se llamaba originalmente El Prado de San Jerónimo. Detrás del museo se encuentra la iglesia medieval de los Jerónimos.

Salón de reinos museo del prado

El Salón de Reinos es un edificio del siglo XVII en Madrid, originalmente un ala del Palacio del Buen Retiro. El Salón de Reinos y el Casón del Buen Retiro son los únicos supervivientes del gran esquema original del palacio.

Construido entre 1630 y 1635, el Salón de Reinos albergaba las mayores pinturas de la colección real, ahora todas en el Museo del Prado. Su nombre se debe a las pinturas de los escudos de los 24 reinos que formaban el Reino de España en la época de Felipe IV de España.

El Museo del Prado adquirió el edificio vacío para exponer parte de sus colecciones e hizo que su renovación fuera objeto de un concurso de arquitectura. El encargo era rediseñar el espacio como parte del campus del museo de arte para su 200 aniversario. El concurso fue ganado en 2016 por un proyecto del estudio británico Foster and Partners y el español Rubio Arquitectura[1].

Pensado originalmente como un lugar desde el que el rey podía ver y asistir a las producciones teatrales en el patio, el Salón de Reinos se convirtió en una sala del trono cuando se decidió convertir el Buen Retiro en un palacio completo. Se siguió utilizando para espectáculos y veladas, por lo que se añadió un balcón para poder ver las fiestas desde arriba, pero como salón del trono debía impresionar a los embajadores y otros miembros distinguidos de las cortes de Europa que visitaban el palacio. Por ello, la decoración de la sala era la más suntuosa de todo el palacio, bien iluminada por varias ventanas entre mesas de jaspe y leones de plata y con un techo cubierto de grotescos. También había pinturas murales llenas de simbolismo político con el fin último de glorificar a Felipe IV. Se desconoce quién diseñó el programa decorativo de la sala, aunque la responsabilidad última recayó en el propio conde duque de Olivares, junto con Jerónimo de Villanueva (que dio los leones y efectuó los pagos) y con el asesoramiento intelectual de Francisco de Rioja y de los pintores más cercanos a Felipe y Olivares, Juan Bautista Maíno y Velázquez.

Museo del prado – wikipedia

Todas las intervenciones que se plantean en esta propuesta están orientadas a convertir el Salón de Reinos en el «corazón» simbólico del edificio, devolviéndole la centralidad y el protagonismo que tuvo en el pasado, cuando formaba parte del desaparecido Palacio del Buen Retiro.La eliminación de los elementos añadidos a lo largo del siglo XIX, es decir, la crujía sur y la cubierta, permite crear un atrio de triple altura que ofrece espléndidas vistas del edificio Villanueva, del Casón del Buen Retiro y del Parque del Retiro más allá. Concebido como un espacio semiabierto, el atrio puede resolverse de dos maneras: con un esbeltísimo pórtico de pilares de bronce del que emerge un potente voladizo, o con una pantalla de pilastras que aprovecha los valiosos restos del pabellón del siglo XIX, integrándolos en la reforma. Este atrio se concibe como un espacio público, abierto a la plaza arbolada que podría surgir de la peatonalización de la calle Felipe IV, y por tanto conectado con el «salón» urbano que pretende ser el Campus del Museo del Prado. Para que la relación urbana sea directa, la plataforma principal del edificio se conecta con el nivel de la calle mediante una escalera de carácter monumental y cívico…[+]