Fernando iii el santo biografia

Fernando iii, emperador romano

Berengaria (castellano: Berenguela; apodada la Grande; 1179 o 1180 – 8 de noviembre de 1246) fue reina regente de Castilla[1] en 1217 y reina consorte de León de 1197 a 1204. Como hija mayor y presunta heredera de Alfonso VIII de Castilla, fue una novia muy solicitada, y estuvo comprometida con Conrado, hijo del emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Federico I Barbarroja. Tras su muerte, se casó con su primo, Alfonso IX de León, para asegurar la paz entre él y su padre. Tuvo cinco hijos con él antes de que su matrimonio fuera anulado por el Papa Inocencio III.

A la muerte de su padre, ejerció como regente de su hermano menor Enrique I en Castilla hasta que le sucedió en su prematura muerte. Al cabo de unos meses, entregó Castilla a su hijo Fernando III, preocupada por el hecho de que, como mujer, no pudiera dirigir las fuerzas de Castilla. Sin embargo, siguió siendo una de sus consejeras más cercanas, orientando la política, negociando y gobernando en su nombre durante el resto de su vida. Fue responsable de la reunificación de Castilla y León bajo la autoridad de su hijo y apoyó sus esfuerzos en la Reconquista. Fue mecenas de instituciones religiosas y apoyó la redacción de una historia de los dos países.

Escuela san fernando

El padre de San Fernando fue el rey Alfonso IX de León y su madre la santa señora Bereguera.      Como el matrimonio de sus padres fue anulado por el Papa Inocencio III, San Fernando fue criado en realidad por su abuelo, el rey Alfonso VIII de Castilla y su madre.      El rey Alfonso VIII fue un gran guerrero y caballero, para quien la caballería cristiana era más que un código de conducta o un conjunto de reglas a las que adherirse, era una búsqueda de la virtud que debía guiarle en todos sus pensamientos y acciones.      Al luchar por el ideal de la caballería, alcanzó una verdadera nobleza de carácter.      Viviendo una vida de honor, el rey Alfonso fue un magnífico guerrero que defendió valientemente la Iglesia y su reino de Castilla.      También fue un excelente modelo para el joven Fernando, que no quería otra cosa que ser caballero de Cristo.

San Fernando era todavía un joven cuando se convirtió en rey de Castilla.    Su reino estaba destrozado, ya que había habido numerosas incursiones de cristianos y moros en Castilla, así como rebeliones internas. San Fernando trabajó incansablemente para restablecer la prosperidad de su reino y administrar justicia en toda su tierra, aunque siempre siguió formándose como guerrero.

San fernando patrón de

Fernando III (1199/1201 – 30 de mayo de 1252), llamado el Santo, fue rey de Castilla desde 1217 y de León desde 1230, así como de Galicia desde 1231[1], hijo de Alfonso IX de León y de Berenguela de Castilla. A través de su segundo matrimonio fue también conde de Aumale. Fernando III fue uno de los reyes más exitosos de Castilla, asegurando no sólo la unión permanente de las coronas de Castilla y León, sino también dirigiendo la más amplia campaña de Reconquista.

Fernando fue canonizado en 1671 por el Papa Clemente X. Lugares como las ciudades de San Fernando, Pampanga y San Fernando, La Unión; la Diócesis de Ilagan y la Iglesia de San Fernando de Dilao en Paco, Manila en Filipinas; y en Estados Unidos, en California la Ciudad de San Fernando, el Valle de San Fernando, y en Texas la Villa de San Fernando de Béxar, (hoy San Antonio, Texas) y la Catedral de San Fernando en San Antonio fueron nombradas en su honor (homónimas) y puestas bajo su patrocinio.

Oración de san fernando

Alfonso X (también conocido como el Sabio; 23 de noviembre de 1221 – 4 de abril de 1284) fue el rey de Castilla, León y Galicia desde el 30 de mayo de 1252 hasta su muerte en 1284. Durante las elecciones de 1257, una facción disidente le eligió como rey de Alemania el 1 de abril. Renunció a sus pretensiones sobre Alemania en 1275 y, al crear una alianza con el Reino de Inglaterra en 1254, también a sus pretensiones sobre el Ducado de Gascuña.

Alfonso X impulsó el desarrollo de una corte cosmopolita que fomentaba el aprendizaje. Judíos, musulmanes y cristianos fueron alentados a desempeñar papeles prominentes en su corte. Como resultado de su fomento de la traducción de obras del árabe y el latín a la lengua vernácula de Castilla, se produjeron muchos cambios intelectuales, incluido el fomento del uso del castellano como lengua principal de la enseñanza superior, la ciencia y el derecho.

Alfonso fue un prolífico autor de poesía gallega, como las Cantigas de Santa María, que son tan notables por su notación musical como por su mérito literario. El interés científico de Alfonso -a veces se le apoda el Astrólogo- le llevó a patrocinar la creación de las tablas alfonsinas, y el cráter de Alfonso en la luna lleva su nombre. También patrocinó el trabajo de los historiadores, que por primera vez situaron a España -así la habría llamado- en el contexto de la historia mundial. Como legislador, introdujo el primer código de leyes en lengua vernácula en España, las Siete Partidas. Creó la Mesta, una asociación de ganaderos de ovejas en la llanura central, pero degradó la moneda para financiar su pretensión a la corona alemana. Libra una exitosa guerra con Portugal, pero una menos exitosa con Granada. El final de su reinado se vio empañado por una guerra civil con su hijo mayor superviviente, el futuro Sancho IV, que continuó tras su muerte.